La llegada de Tesla a Nuevo León evidencia la expansión del nearshoring en México, que promete mayores empleos dignos. Aunque se acordó el uso de agua tratada para la fabricación de autos eléctricos (aún sin contar la demandada para las baterías de litio), la zona carece de una suficiente red de distribución de agua tratada por lo que se espera que la gigafábrica cuente con su propia planta tratadora.
Escrito por Dulce Olvera, SinEmbargo
Con un dilema, México entra de lleno al nearshoring, esto es, la relocalización de fábricas cerca del mercado comprador. Por un lado, se abre a inversiones millonarias del sector automotriz como la de Tesla en Nuevo León durante su transición hacia la electromovilidad. Pero, por el otro, arriesga la disponibilidad y la no contaminación de sus acuíferos sobreexplotados para la fabricación de vehículos con baterías de litio que, en su mayoría, serán exportados hacia Estados Unidos, expusieron analistas consultados.
Después de 14 meses de negociación con la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y dos reuniones virtuales con el Presidente Andrés Manuel López Obrador, el dueño de Tesla, Elon Musk, acordó la instalación de una gigafactory en Santa Catarina con una inversión inicial de 5 mil millones de dólares (la mitad de lo gastado en la refinería Dos Bocas), que generará 35 mil empleos y que se sumó a la inversión de 800 millones de dólares anunciada en febrero por el grupo alemán BMW para una planta de baterías en San Luis Potosí.
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Al planearse la operación de Tesla en el municipio de Santa Catarina, al poniente de Monterrey, el activista Antonio Hernández advirtió que –de no usarse agua tratada como se acordó– presionará el acuífero Campo Topo Chico de donde consume agua la zona metropolitana, y donde Conagua prohibió la excavación de nuevos pozos de agua salvo para consumo humano pues hay bajos niveles de humedad.
Y eso sólo para la fabricación de vehículos, que necesitarán baterías de litio. La semana pasada, MiningWatch Canada y la Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA) documentaron que casi un cuarto de los proyectos de litio en exploración en México, tres privados y los de prospección del Sistema Geológico Mexicano en 82 localidades, están en zonas de riesgo hídrico extremadamente alto, principalmente los situados en Chihuahua y en la zona fronteriza entre San Luis Potosí y Zacatecas. Y el 47 por ciento se encuentra en acuíferos sobreexplotados, por lo que de hallarlos rentables y comenzar la fase de explotación “se podría agravar drásticamente” la crisis hídrica.
En todos los sitios explorados por el Sistema Geológico Mexicano se identificaron sedimentos arcillosos continentales, un tipo de depósito que requeriría una tecnología costosa y demanda más agua que si estuviera en salares.
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