Imágenes: Ejemplo de una mina de litio (Salinas Grandes, Argentina), fotografía del Colectivo audiovisual Vaca Bonsai | Mapa realizado por GeoComunes.
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Por: Carla Vázquez, RLS México, Centroamérica y el Caribe
La explotación del litio, mineral fundamental para baterías de celulares, automóviles eléctricos y paneles solares, ha comenzado a reconfigurar las relaciones geopolíticas agudizando la especulación por parte de las empresas mineras y profundizando conflictos socioambientales en territorios donde se ubican los yacimientos. El Sur global se ha visto impactado ante la promoción y el avance de la “transición energética”.
Aunque Bolivia o Chile han ocupado el primer plano del debate, recientemente el caso de México se ha insertado en estos conflictos debido a antiguas concesiones que hoy abarcan más de 622 mil hectáreas, repartidas en 36 proyectos de exploración y explotación de este mineral.
En este contexto, el colectivo Geocomunes, Mining Watch Canadá y la Red Mexicana de Afectados por la Minería publicaron el informe El litio: La nueva disputa comercial dinamizada por el falso mercado verde[1]. Una investigación enfocada en las posibles amenazas para las comunidades y territorios donde pretenden operar estas minas, así como en elementos que nos ayudan a visualizar las disputas del mercado extractivista por venir. Por ejemplo, se especula que el proyecto de la empresa Bacanora Lithium, ubicado a sólo 200 kilómetros de la frontera norte con Estados Unidos, cuenta con la reserva más grande del mundo, cercana a 243 millones de toneladas de litio en roca. Esta información ha despertado alarmas tanto en la industria minero energética como en la política interna del actual gobierno mexicano y abre la posibilidad a emprendimientos públicos y privados de explotación.
Además, desde las organizaciones sociales y la poblaciones cercanas a yacimientos de litio ha surgido preocupación, porque el proceso de explotación podría agudizar la crisis socioecológica y el clima de violencia criminal que asedia las zonas del norte, donde coinciden estos proyectos mineros. En los últimos años México ha sufrido las peores sequías de su historia y un aumento alarmante en las cifras de criminalidad.
Implicaciones peligrosas y costosas de la explotación del litio
Según el informe, las operaciones mineras de este mineral a cielo abierto requieren de reactivos químicos y del uso intensivo de agua para su procesamiento. En el caso de los yacimientos en salmuera,[2] ese tipo de minería conlleva la intensificación del uso de agua, como se puede ver en los proyectos en Chile y Argentina, generando agudas sequías[3]. Aunado a esto, el informe confirma que el litio está listado dentro de las Sustancias Peligrosas del Derecho a Saber (Right to Know Hazardous Substance List) y como sustancia extremadamente peligrosa (Special Health Hazard Substance List)[4].
Paradójicamente, estos costos parecieran ser el sacrificio necesario para lograr controlar la emergencia climática y el calentamiento global, ya que la transición socio energética –a través de la conversión al uso de energías renovables y de la electrificación del transporte público y particular– pareciera ser indiscutible. Tanto así, que hasta las industrias extractivas que se sumaron oportunistamente a esta urgencia se presentan con una cara bondadosa y mesiánica.
En el caso de la minería de litio, gracias a los bancos y a las corporaciones mineras, se intenta lavar la imagen de esta actividad como poco perjudicial y responsable con el medio ambiente. Sin embargo, “los proyectos mineros de litio en roca, como los que nos encontramos en el norte de México, son igual de devastadores con el medio ambiente y con las poblaciones cercanas. No hay ninguna diferencia con los impactos que genera cualquier otro proyecto de mina a tajo abierto”, destaca en entrevista Yannick Deniau[5], geógrafo e integrante del colectivo Geocomunes.
Además, es importante dimensionar que la industria minera en México sólo aporta 2.4% del Producto Interno Bruto (PIB). Y no sólo aporta muy poco, sino que aún no se cuenta en el país con el desarrollo tecnológico que se requiere para la explotación del litio, condición que podría generar relaciones de dependencia con otras economías o agudizar su papel de proveedor de materias primas. En otras palabras, la minería de litio no promete beneficios para el desarrollo integral del país.
Geopolítica global. México entre los mercados asiáticos y norteamericanos
El hecho de que México cuente con posibles reservas de este mineral lo coloca en el centro de las disputas por el control de mercado y minerales. Miguel Mijangos de la Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA) afirma que “la minería y la maquila para la elaboración de insumos para la industria armamentista, energética y automotriz son muy llamativos para empresas en Estados Unidos, España y Alemania. Grandes empresas de estas industrias se han instalado aquí por la mano de obra barata y las pocas restricciones ambientales, pero no producen bienes que beneficien el desarrollo del país, sino bienes de consumo que se exportan a otros países. Es decir, importamos energía, explotamos los territorios para obtener recursos que después exportamos en forma de mercancías, mismas que llevan consigo parte de esa energía”[6].
El litio como nuevo factor en la industria energética y automotriz modifica las condiciones en las que se basan las relaciones con otros países. Siguiendo con el ejemplo del proyecto de la empresa británica Bacanora Lithium, debemos advertir que sus mayores accionistas son las firmas asiáticas Hanwa Co. (Japón) y Ganfeng Lithium (China), que tiene derecho a 50% de la producción del carbonato de litio que se extraiga en la fase inicial y 75% del que se extraiga al final del proceso de explotación, según señala el informe, y que además firmó un acuerdo en 2018 con la estadounidense Tesla para asegurar el suministro de litio para sus operaciones en la planta de baterías y autos en Nevada en sociedad con la empresa Panasonic.
“Los proyectos en el norte de México están pegados a la frontera con Estados Unidos. Ahí se están moviendo capitales, compra-venta de propiedades, creación de asociaciones financieras, etc., dinámicas de especulación que los estados no son capaces de controlar”[7], alerta Deniau. Las inversiones chinas en particular han ganado mucho terreno en estos proyectos mineros alrededor del mundo y parecen amenazar intereses de los Estados Unidos, en un clima de disputa geopolítica con las economías asiáticas.
Esto explica que en la última actualización del tratado de libre comercio de América del Norte se estableciera un porcentaje que va del 65% a 76% de componentes para las baterías y autopartes que debe provenir de la región para estar libre de aranceles[8]. Esto implica que las transacciones de este tipo de bienes con mercados asiáticos no podrán aumentar sustancialmente dentro de la economía mexicana.
Especulación e impactos en los territorios
La industria minera se caracteriza por generar dinámicas especulativas en los diversos momentos de operación. “Se planifican proyectos de pequeñas empresas mineras que sólo viven de sus acciones en las bolsas, pero no tienen ninguna solidez ni recursos para desarrollar un proyecto, sólo esperan el momento que sus accionas suban para venderlas a otras empresas, como pasa con los proyectos de energía renovable”[9], apunta el integrante del colectivo Geocomunes.
Las medidas que apuntan a la descarbonización global siguen trasladando los costos mayores a los territorios del sur. “Encontramos zonas de sacrificio legitimadas a través de una especie de chantaje emocional. Es decir, nos venden la idea que es necesario impactar territorios y comunidades para beneficio de las generaciones futuras”, enfatiza Deniau en entrevista.
Una mirada similar encontramos en las posturas de Viviana Herrera, integrante de Mining Watch Canadá. A su juicio, esto es impresionante, ya que “existen 218 proyectos en Latinoamérica, pero solamente hay 8 en operación”[10]. De hecho, esta activista y académica ha documentado que los proyectos de litio en América Latina no han informado sobre las implicaciones en los territorios y para las comunidades. “Un caso paradigmático lo encontramos en la población de Salinas Grandes en Argentina, donde se extrae litio a costa de importantes impactos socioambientales y donde no se ejerció el derecho a la Consulta Libre, Previa e Informada al desconocer arbitrariamente que se trataba de una comunidad indígena.”[11]
Posibilidades desiguales para la transición
La transición energética respaldada por las lógicas capitalistas agudiza el despojo y desplazamiento forzado de la población en México que ronda la cifra de 350 mil personas[12] afectadas desde 2006 hasta la fecha, según la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos. En este contexto, las posibilidades de construir alternativas de vida para las comunidades que resisten a la violencia y a las lógicas mercantilistas de la transición energética se dan en condiciones muy desfavorables. “El problema es que mientras se esté resistiendo a la entrada de proyectos mineros se destina mucha fuerza colectiva que debería servir para imaginarse una organización fuera de las prácticas capitalistas”, explica Miguel Mijangos en entrevista.
El poder local en los municipios y los núcleos agrarios (organización colectiva de la tierra) en México representa una herramienta estratégica para la defensa ante la instalación de los proyectos mineros. Existen, por ejemplo, los “territorios libres de minería”[13], que mediante asambleas abiertas a nivel municipal impulsan la reflexión, la organización, la autogestión y defienden la libre autodeterminación de los pueblos.
Sin embargo, la violencia estructural que afecta los territorios que incluye tanto las actividades ilegales por parte del crimen organizado, así como las violencias generadas por las industrias extractivas, acrecienta los temores sobre la llegada de un nuevo mercado minero energético con tantos intereses. Además, la situación se empeora debido a la falta de reconocimiento sobre los costos reales de una transición sin cambio de patrones de producción y consumo.
Ante la emergencia climática, es fundamental visibilizar las posiciones de las comunidades que resienten los proyectos de exploración y explotación de los minerales para la tecnología de las energías renovables. “Las comunidades exigen ser parte de la toma de decisiones”, como asegura Viviana Herrera, y es una condición mínima con la que debería impulsarse cualquier proyecto que pretenda ir más allá de un cambio tecnocrático.
Notas
[1] "La nueva disputa comercial dinamizada por el falso mercado verde" para consulta y descarga en pdf, bajo licencia Creative Commons 4.0. El informe abarca tres temas generales: información general sobre el litio, la llegada de la extracción de litio a México y una conclusión sobre transición energética y minería
[2] El mineral se encuentra disuelto junto con otros minerales en depósitos de salmuera. El contenido de litio puede variar en cada una de éstas, por lo que su tratamiento es diferenciado en cada caso.
[3] "Chile: Explotación de litio deja sin agua a pobladores", en el portal de DW.
[4] El litio es altamente inflamable y ligeramente explosivo cuando se expone al aire y especialmente al agua, además de ser corrosivo y generar gases tóxicos.
[5] Entrevista con Yannick Deniau, 24 de mayo 2021.
[6] Entrevista con Miguel Mijangos, 26 de mayo 2021.
[7] Entrevista con Yannick Deniau, 24 de mayo 2021.
[8] https://www.revistacomercioexterior.com/articulo.php?id=862
[9] Entrevista con Yannick Deniau, 24 de mayo 2021.
[10] Entrevista con Viviana Herrera, 24 de mayo 2021.
[11] https://ejatlas.org/conflict/mineria-de-litio-en-salinas-grandes-argentina
[12] https://piedepagina.mx/mexico-acumula-346-mil-desplazados-internos/
[13] https://movimientom4.org/2019/02/que-son-las-declaratorias-de-territorios-libres-de-proyectos-extractivos-una-mirada-desde-el-madj/
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Publicado originalmente por Rosa Luxemburg Stiftung aquí.